viernes, 10 de febrero de 2012

Con la B de Borbotones

María hablaba a borbotones. Más que hablar, escupía. Más que escupir, arrojaba sin cesar toda clase de expresiones. Un sinfín de vocablos peleaban a diario en su garganta para salir despedidos por su boca, en todas las direcciones. Para todo tenia opinión y con todos la compartía. Nada se podía guardar para ella. Le gustaba leer la enciclopedia por las noches. Aquellos pesados tomos de antaño los devoraba ella como quien ojea una revista. Tal era su manejo del lenguaje, que hasta sus sueños eran un compendio de léxico y ortografía. Pero un buen día amaneció muda. Había gastado ya todas las expresiones, dichos y términos aprendidos durante tanto tiempo. Ante la insensata idea de  mantenerse callada para siempre, buscó y buscó en lo más profundo de todas las bibliotecas y librerías. Pero no halló palabra nueva ni frase donde integrarla que no hubiera usado ya previamente. María pensaba a borbotones. Las ideas se le agolpaban pero no salían. Harta ya de no poder ni siquiera quejarse, decidió escribir un nuevo diccionario. Una nueva palabra inventó para todas las antes conocidas. Noche tras noche se lo estudió hasta ser capaz de elaborar frases enteras con la misma soltura con la que antes lo hacía. Recuperó la voz pero ahora nadie la entendía. Ella hablaba y hablaba pero ninguno de los presentes era capaz de interpretar una sola de sus palabras. A pesar de su esfuerzo, cada una de ellas goteaba de sus labios y se estrellaba contra el suelo, sin encontrar sentido alguno. A borbotones, las lágrimas se le caían.

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